Así es, el aprendizaje cooperativo no es una moda pasajera más, sino que ha venido para quedarse. Lo tenemos en cuenta en la dinámica cotidiana del aula y en el aprendizaje a través de proyectos. Está presente en muchos de nuestros centros educativos. Cada claustro, eso sí, con su particular nivel de intensidad, pero sobre todo con el convencimiento de que un cambio de este tipo venía siendo necesario.

Llegó en un momento de inquietud por evolucionar, por buscar respuestas a cómo adaptarnos a la sociedad actual, a la realidad cambiante y, por ende, a los y las estudiantes de hoy día.

Fue preciso un cambio de punto de vista. Un cambio que convirtió la diversidad de las aulas en una fortaleza, cuidando la participación equitativa de todos sus miembros, la interacción entre iguales y fomentando la experimentación compartida.

Al favorecer en el aula estas dinámicas de trabajo en equipos heterogéneos, se generan en ellos y ellas conflictos sociocognitivos que les llevan a reestructurar sus aprendizajes. La interacción social es por tanto fundamental para el desarrollo de las estructuras intelectuales superiores (razonamiento, planificación, memoria, atención voluntaria, creatividad…), lo que a su vez es decisivo para el aprendizaje.

¿Pan comido? Si, es cierto, el comienzo no fue sencillo. No fue como usar una varita mágica o chasquear los dedos para, en pocos segundos, conseguir las aulas de trabajo cooperativo “ideales”. Tampoco el rodaje lo está siendo. Con frecuencia surgen inconvenientes, obstáculos o dudas con las que lidiar, tanto en el claustro, como con las familias e incluso con nosotros/as mismos/as.

Sin embargo, es fácil ver también cuando el esfuerzo vale la pena. Y es cuando deja de haber en el aula niños y niñas “invisibles”, cuando aumentan los alumnos y las alumnas que llegan a clase con ganas de seguir aprendiendo, y por supuesto, cuando sabemos que las destrezas y aprendizajes desarrollados hoy en el aula les son útiles para su vida actual, además de para ese futuro cambiante que les espera.

LEYRE PERRINO- Formadora y supervisora. Colaboradora habitual de Kristau Eskola