Hablar de innovación implica necesariamente hablar de liderazgo. Porque una cosa es gestionar bien lo que ya tenemos, y otra muy distinta liderar una organización que quiere transformarse e innovar. Cuando nos enfrentamos a cambios, necesitamos dotarnos de visiones de largo plazo que amplíen nuestra mirada, necesitamos saber leer bien los cambios en la sociedad, necesitamos valentía para salir de lo conocido y enfrentarnos a lo desconocido y sobre todo, necesitamos inspirar a muchas personas para que se movilicen en una misma dirección.

En nuestra experiencia acompañando a equipos directivos en procesos de transformación, hemos aprendido que la manera en la que se entiende el liderazgo en una organización determina la capacidad de ésta para ganar flexibilidad y afrontar cambios. Y hay dos rasgos que nos parecen centrales:

  • El primero es la interpretación del liderazgo como un fenómeno colectivo y compartido, que va mucho más allá del reducido grupo de personas que ostentan responsabilidades formales. Cada persona es quien lidera la innovación en su ámbito, y para hacerlo necesita sentirse empoderado para cambiar las cosas, experimentar y equivocarse. Necesita estar en contacto con las realidades externas, necesita sentir que “puede” generar nuevas realidades. Solamente si muchas personas tienen este sentimiento de poder, se genera una energía colectiva suficiente para mover los nuevos proyectos.
  • El segundo, es la coherencia del liderazgo con los valores del proyecto, de manera que las energías de transformación compartan una filosofía y resulten coherentes con el proyecto. Solemos decir que los valores actúan de “pegamento organizacional” contribuyendo a que los esfuerzos de innovación estén inspirados por una misma manera de entender la misión y la manera de ser y de actuar. Cuando esto ocurre, las innovaciones que surgen en cualquier lugar de la organización, son consistentes con la esencia del proyecto.

Sabemos que hablamos “de lo más intangible” de un proyecto, de algo tan difícil de ver y tocar como es la energía para el cambio y los valores… Digo difícil de ver y de tocar, pero todos nos damos cuenta enseguida de si están presentes o no, porque aunque son invisibles, se respiran con mucha claridad. ¿Podéis respirar ese aire en vuestro centro?  Si es que sí, contáis con un ambiente idóneo para innovar. Si es que no, necesitaréis plantearos qué hacer, qué conversaciones abrir, qué factores del contexto cambiar,… para poder respirar ese aire que es el principal motor de la innovación.

ANE AGIRRE – Socia de Vesper